Volvemos a exponer. En esta ocasión tras desmontar la exposición "fronter-muga" de la Ciudadela, unos días después, volvemos a instalarla en Kuartelenea, Lizaso, en el marco del Festival Rural Kermes Orgi. Un lugar increible donde lucen las fotografías de forma magnífica. Hay un nuevo diálogo entre la frontera y el edificio a medio terminar. Se trata de un antiguo cuartel de la Guardia civil, el pueblo quiso hacer un trinkete, aprovechando las paredes exteriores del edificio vaciado por dentro, y se quedaron a medias, sin dinero para terminarlo. En medio de la decadencia de la paredes a medio ternimar la exposición resalta de forma totalmente artística. Hay un bonito diálogo entre el edificio y la exposición. Merece la pena ir a verla... la exposicón toma una derivación diversa de la primera vez al cambiar los volumenes y tamaño de la sala. Ya no temeos dos partes separadas en las que hablar de la fri¡ontera y de su desparición, si no que ahora todo es un continuo espacio tiempo, se ven todas las obras en lineal continuidad. No están todas las fotografías de la primera exposición, por la diminución del tamaño de pared, pero queda lo suficiente, me a trevería a decir que aun demasiado, para apreciar la idea en su conjunto. Tien una ventaja respecto d ela anterior y es que s epuede ver todo el recorrido narrativo desde el centro girando 360 grados sobre uno mismo... una nueva forma menos obligatoria de verlo. Han desaparecido las indicaciones en el suelo para seguir el orden de la exposición. Es menos impositiva... más libre.
Líneas Rojas. Pedro Luis Lozano Úriz. Publicado en Diario de Navarra el 11 de abril de 2023.
La línea roja es una expresión que describe un límite infranqueable y que se atribuye al inversor petrolero y mecenas artístico Calouste Gulbelkian, bien conocido como Mr. 5%, cuyo tesoro artístico es una visita imprescindible para todos cuantos viajen a Lisboa, ciudad donde murió y a la que legó su inmenso legado.
Quién sabe si Gulbelkian hubiese adquirido alguna de las fotografías de la exposición que el colectivo Zzzz muestra en el Pabellón de Mixtos de la Ciudadela de Pamplona, pero se hubiese sorprendido por el montaje de la misma, donde destaca una línea roja que zigzaguea por las paredes de la sala y que marca un límite visual en un proyecto que quiere hablar y hacernos reflexionar sobre los límites, los muros y las fronteras.
La muestra plantea un paseo por fronteras físicas, políticas, mentales o vitales. Fronteras exteriores como las que dividen continentes, naturales como las que crean los perfiles de los montes, artificiales como el cinturón de una de las rondas de Pamplona, sociales como los medianiles de las casas, incluso biográficas como los límites de la existencia.
Además, como un bajo continuo, la foto fija de un campo que va evolucionando a lo largo de las estaciones habla de otro tipo de fronteras, las del tiempo, en una idea que por sí sola podría ser ya otra exposición.
Uno de los aciertos de esta muestra es su búsqueda de la objetividad. No hay una intencionalidad docente ni siquiera reivindicativa, algo a lo que el tema se expone claramente. Al contrario, los artistas de este colectivo han dejado al espectador una gran libertad al enfrentarse a sus obras.
La ausencia de títulos elude condicionamientos en la mirada, de tal forma que las fotografías se nos muestran tal cual, evitando que el espectador sea dirigido hacía una determinada intención conceptual, más allá de lo que las propias imágenes pueden evocarle. Incluso en ese afán de no condicionar no sabemos bien de quién es cada imagen, dado que se van combinando según sus relaciones, entremezclándose y rompiendo las posibles fronteras de individualidad que pueda haber en ellas.
Esta propuesta es también un acierto expositivo, ya que o se ha dado a cada autor una parte específica del provecto para que lo trabaje de manera individual, sino que se trata de un esfuerzo compartido, donde los autores han seleccionado las obras que consideraban más apropiadas para cada etapa, buscando así una mayor unidad y una desintegración de os imites de las personalidades individuales que se disuelven en la colectividad. Evidentemente, hay obras muy distintas entre sí, que, sin duda, reflejan diversas sensibilidades, técnicas y motivaciones, pero los fotógrafos actúan como un grupo, como si se tratase de una orquesta donde los instrumentos hacen su parte y solo tiene sentido al fusionarse mutuamente en el conjunto.
A los miembros del colectivo Zzzz, que cumple ya una década de vida, sin duda un límite temporal, les une y los anima una mutua pasión por la fotografía. Y es con este mensaje con el que me quisiera quedar. En un proyecto como este no me parece importante destacar tal o cual imagen, porque en el fondo cada espectador tendrá, siguiendo sus experiencias y gustos, unas preferencias.
El objetivo de la muestra es invitarnos a reflexionar y a mirar a las fronteras de nuestras vidas, personales, sociales o geográficas. Líneas que a veces nos unen o nos separan, que aparecen o desaparecen, coordenadas al fin y al cabo que nos sitúan en el mapa mental y físico de nuestras vidas.
Creo que el gran acierto de esta muestra es su capacidad para invitarnos a caminar, a andar incluso más allá de la propia sala, siguiendo su recorrido para encontrarnos con nuestros propios límites y así, con el foco puesto en ellos, atrevernos a traspasarlos o, al contrario, a valorarlos, a defenderlos o a ampliarlos. Con ese espíritu abierto, que no impone, que no dicta cátedra, la exposición nos da la pista para tener también nosotros una mente abierta, no impositiva, para actuar ante los límites de nuestra vida, conscientes de su presencia y de su necesidad o no de cambio.
(Este artículo se publicó en referencia a la exposición en la Ciudadela de unas semanas antes, lo recojo aquí apoyando la nueva exposición, en Kuartelenea, Lizaso).